Tuesday, March 04, 2008

Liechtenstein


En el número 12 de la calle Herrengasse de Vaduz hay que mirar dos veces para convencerse de que se trata de la sede de LGT, el mayor banco del Principado de Liechtenstein. La misma entidad propiedad de la Casa Real que solo en los primeros seis meses de 2007 ganó 125 millones de dólares (más de 96 millones de euros). Un pequeño anagrama en la fachada puede pasar fácilmente desapercibido. Otro mayor que cuelga en el extremo sur queda semioculto por el edificio colindante.
Y después de la discreción del banco, sólo rota por la presencia de dos guardias que no dan tiempo a los despistados equipos de TV a montar sus cámaras con amenazas de “llamar a la policía”, lo segundo que llama la atención en una soleada mañana de 13 grados es que las aceras de la arteria de Vaduz permanecen prácticamente desérticas. Y si uno permanece 20 minutos mirando fijamente a la puerta de LGT, sólo verá entrar y salir a una decena de personas. Y por supuesto, ninguna de ellas porta maletín.
“Llevo muchos años frente a ese edificio y no recuerdo haber visto “”maletines””, es un tópico”, asegura Antonio con una sonrisa pícara bajo su resistente melena y bigote recuerdo de los años 80. Este italiano hace un café de fábula y lleva viviendo 40 años apenas a unos kilómetros, al otro lado del río Rin, en Suiza. Y sí, claro que sabe que Liechtenstein y en concreto ese banco son la estrella de los informativos de medio mundo y que muchos gobiernos se frotan las manos con los datos de evasores de impuestos caídos del cielo. Por cortesía del Gobierno alemán, cuyo servicio secreto ha pagado cinco millones de euros a un confidente y los ofrece gratis a los países amigos, según la prensa. Entre ellos España.
Antonio tiene todos los días ante sus ojos “durante horas” la fachada del LGT tras las vidrieras de su pizzería. “Hasta una sucursal de pueblo en Suiza tiene más movimiento”, asegura. A sus mesas altas se sientan cada día muchos encorbatados empleados de LGT para degustar su comida. “hasta el director viene y se come una pizza”, y eso no pasaría en Italia o España”, añade el dueño del restaurante. Los pocos comensales que las ocupan a esta hora no quieren hablar del tema, igual que casi la mayoría de los ciudadanos consultados por Odiseo durante una jornada. “El bolsillo es el bolsillo y si éste está bien, poco importa”, remata quejándose del fluido tráfico que atraviesa durante el día la calle principal de Vaduz y sus tres glorietas. Ésta adopta hasta cinco nombres en cada tramo.
Toda una colección de amables “No”, desde el propio LGT hasta un gerente de hotel o una dependienta de la Städtle, la vía comercial y peatonal de esta ciudad de 6.000 habitantes. Apenas un kilómetro de tiendas de lujo y artesanía nacional junto a las baratijas habituales para turistas. Un millar de metros salpicado de estatuas de importantes artistas, entre ellos una “gorda” reposando del colombiano Fernando Botero, que un jueves a las 12.30 carece prácticamente de tránsito.
Y el Gobierno promete “mejorar”, en el asunto de las fundaciones y está más que harto de ser el centro del interés planetario. El ministro de Justicia, Klaus Tschütscher, lo transmitía el jueves en una rueda de prensa convocada para hablar de un plan energético local, con mensaje en DVD del mismísimo Arnold Schwarzeneger, a la sazón gobernados de California, para felicitar a los ciudadanos por el asunto. Con una inusual presencia de la prensa internacional, incluido este periodista de Ítaca, el miembro del Gobierno se mostró molesto porque las preguntas sólo versaban de su demanda judicial enviada a Alemania para averiguar en qué circunstancias se adquirieron los datos.
Desde la Städtle el visitante toma conciencia de que está en el mítico valle del Rin, rodeado de los imponentes Alpes nevados. En un “paraíso fiscal” con 35.000 habitantes y entre 45.000 y 55.000 fundaciones, unas 600 de carácter público –cifras del Gobierno de Vaduz-, y con una de las leyes más abiertas a la hora de crear cualquier organización social. Claro que los expertos suizos las calculan en unas 75.000-80.000. Y entre todas reunirían entre 125.000 y 190.000 millones de euros.
Amparados por el secreto bancario, estas fundaciones se pueden organizar a partir de 30.000 francos suizos (18.600 euros) y muchas tienen su sede de un apartado de correos de este estado enclavado entre Suiza y Austria de 160,4 kilómetro cuadrados, fuera de la Unión Europea (UE) y de sus normas. Tradicionalmente, el posible defraudador sólo necesitaba un asesor legal y un notario en el Principado. A partir de ahí, todo “un ejército de representantes de comercio muy especiales”, en palabras del fisco alemán, que transportarían maletas de dinero desde muchos puntos hasta la vecina Suiza. Y desde allí, por transferencia a Liechtenstein. Sin rastro. Schengen mediante.
Este sistema “tradicional” se mantiene a pequeña escala, y no es difícil vislumbrar empresarios extranjeros de “sport” entre quienes cenan en los hoteles junto a encorbatados hombres con aire de abogados y ellos, sí, con maletín. Pero la llegada revolucionaria de internet ha facilitado el fraude. Un fideicomiso u “hombre de paja” se encargará de mandar muchas pequeñas cantidades de dinero al Principado para no hacer sonar las alarmas. Y aquí cotizará con el 0,1 para cantidades inferiores a dos millones de francos suizos –ambos estados comparten la moneda- , del 0,075% hasta 10 millones y del 0,05 en caso de cantidades superiores.
Y al inicio del caos, el príncipe regente Alois de Lichtenstein acusaba a Alemania “agresión” por hacerse con un listado logrado mediante un delito de un supuesto ex empleado. “No es tanto un problema nuestro, sino suyo. Creo que por allí pagan hasta el 35%”, asegura un anciano apresurado en la Städtle.
Y sobre la ciudad, en la montaña, el palacio de los Lichtenstein. La familia real con intereses en la banca, la agricultura y la industria, que representa un 40% de la riqueza del estado, frente al 30% del sector financiero. El jefe del Estado goza de la potestad de derribar un gobierno, disolver el Parlamento, convocar elecciones, vetar leyes y nombrar jueces. Todo ello gracias, según las malas lenguas, a la reforma de la Constitución de 2003, donde amenazaron con marcharse con su dinero fuera del país si no se aprobaban esas prebendas. Y todo ello en el corazón de la UE, o “el único país de Europa que ha votado para regresar a la Edad Media”, según lo denunció la oposición.

Odiseo.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home