Prenzlauerberg I: "Muttis"
Retomo mi cuaderno de bitácora intemporal desde mi nuevo emplazamiento berlinés en Prenzlauerberg. Lo reconozco, es lo más parecido a mi Latina del alma que he podido encontrar en mi nuevo hogar. Pero con sus particularidades, largas y extensas y en las que volveré a incurrir más adelante. Y mi primer homenaje a uno de los detalles que más ha llamado mi atención en el corazón del antiguo Este de la ciudad. Querido lector invisible, jamás he visto tanta mamá junta en un barrio joven y “cool”, treintañeras y de más de 40, arrastrando los carritos más sofisticados o los que nacieron allá en los 70´s. Cuando éste humilde itaqueño que suscribe pregunta tal curiosidad a un aborigen del barrio aquél mirará con ojos helados y soltará una larga explicación teórico-práctica, pero sin duda científica, de tal fenómeno. Y es que “Prenzelberg” fue una explosión en los 90´s –tras la caída de La Cosa- y todo joven con conciencia de tal se vino a sus bellos y decrépitos edificios a expresarse. De aquellas lluvias este potpurrí de hoy, con encanto aún para 10 o 15 años. Y claro, las berlinesas más avanzadas de esos días llegan a la treintena y más allá de los 40 y, por tanto, al tic-tac del reloj biológico. Hasta ahí incluso mis viajeras neuronas alcanzan. De hecho este barrio tiene la tasa de natalidad más alta de Europa hoy. Juro haberlo leído en una revista de cierto crédito. Pero mi pregunta es por qué, cómo decirlo, me he sorprendido tantas veces mirando con entregada curiosidad estética a más de una “mutti” al pasar con su vástago. Que mi 1,80 me disculpe, repito que es una curiosidad estética. Lo dicho, la media es muy alta, y a este “no-padre” militante se le hace a veces raro sentarse en una terraza y ser de los pocos a la redonda que aún no ha tenido la ocurrencia ni la oportunidad de traer un nuevo pasaporte al planeta. Ahí queda esa huera reflexión.
Odiseo.
Odiseo.
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