El síndrome de Hessen
(En atención a su autor, el marinero Dieter Wettingen, reproduzco este análisis que se perdió en el jet lag.)
Como pocas veces antes, unas elecciones regionales han desatado la caja de los truenos en la política de un país, Alemania, apenas a un año de sus comicios federales. Tras una campaña populista centrada en el endurecimiento de las penas a los delincuentes juveniles, tildada de xenófoba, los 12 puntos perdidos por el “barón” conservador Roland Koch en Hesse en una victoria pírrica han creado un escenario que muchos ven como un espejo de lo que pueda ocurrir en Berlín en 2009.
Todos los analistas coinciden en que a la canciller Angela Merkel le esperan hasta el próximo otoño unos meses difíciles donde aflorará la creciente tensión dentro de la “gran coalición” de cristianodemócratas (CDU), socialcristianos (CSU) y socialdemócratas (SPD).
En medio de negociaciones a contrarreloj en Hesse donde todas las posibles alianzas de gobierno son posibles -CDU y SPD están empatados a 42 escaños-, de cara a las elecciones de Hamburgo del día 24 los dos grandes partidos sufren una “crisis de identidad” sazonada por el “salto” de La Izquierda, del incómodo Oskar Lafontaine, a sus dos primeros grandes Parlamentos regionales del oeste.
El alcalde hamburgués, Ole von Beust, desató la guerra de nervios en el campo conservador al firmar una carta en el semanario “Die Zeit” junto a otros 17 destacados dirigentes. En ella se distanciaban -sin citarle- de Koch y de su uso de la política de integración como arma electoral.
Aunque luego intentaron suavizar sus palabras, otros pesos pesados de la CDU y la CSU, como el ministro del Interior de Brandemburgo, Jörg Schönbohm, o el titular para Europa de Baviera, Markus Söder, pedían mantenerse “firmes” en la defensa de los valores tradicionales de los partidos “hermanos”: la economía, la nación, la integración y la lucha contra la criminalidad.
Y entre medias de los dos grupos, de un lado los que piden una reorientación más social y del otro los que exigen una mayor apuesta por los aspectos económicos, la canciller Merkel, que lucha por una CDU más social y un giro al centro al tiempo que trata de contener a los barones más criticos y conservadores. Koch entre ellos.
En el campo socialdemócrata, el 5,1% logrado en Hesse y el 7,1% en Baja Sajonia –donde la CDU repitió su cómoda mayoría- por La Izquierda ha profundizado la brecha de los que advierten de “un giro a la izquierda” y los que apuestan por un acercamiento a su antiguo ex presidente y breve ex ministro de Finanzas con Gerhard Schröder, Oskar Lafontaine.
Liderando el primer grupo, los ministros de Exteriores y Finanzas, Frank-Walter Steinmeier y Peer Steinbrück. Dentro del segundo, la “victoriosa” Andrea Ypsilanti, que ha reducido la mayoría absoluta de Koch a una diferencia de dos décimas, 3.595 votantes.
El candidato a canciller, Kurt Beck, ha optado por el pragmatismo y ya ha hablado de un “gobierno en minoría bajo tolerancia” de La Izquierda, pero ni hablar de una alianza de Gobierno. El socio de Lafontaine, Gregor Gysi, sólo ha advertido que no bailarán “al son de la pipa de Beck”. Merkel calentaba el ambiente días atrás en el diario “Frankfurter Allgemeine Zeitung” “recriminando” al SPD el empuje de Lafontaine y conminándole a “impedirlo”.
En esa misma entrevista Merkel lanzaba una andanada a sus socios de Berlín al afirmar que si la “gran coalición” duraba “demasiado tiempo” podría acabar siendo “problemática”.
Pese a que la opcion lógica es un pacto “SPD-Los Verdes-La Izquierda”, la CDU ha exigido ejercer su derecho a intentar formar gobierno, gracias a las dos décimas citadas, y sus mensajeros han acudido a todos los demás partidos, excepto al de Lafontaine.
Su primera opción, una alianza con los liberales del FDP, es insuficiente. La segunda, una “gran coalición” regional, es rechazada de plano por Ypsilanti hasta que Koch admita su derrota. Y un tercer socio “contranatura”, los ecologistas, es en principio impensable dada la escasa simpatía personal que se manifiestan Koch y el “verde” Tarek Al-Wazir.
Otra posibilidad en alza es la llamada “semáforo”, de socialdemócratas, liberales y “verdes”. Aunque el líder del FDP, Guido Westerwelle, se ganó un titular al afirmar que ellos eran “liberales, no idiotas”, algunos analistas alemanes ven algún tipo de acercamiento en las últimas declaraciones políticas.
La última encuesta de Forsa para “Stern” a novel federal aseguraba esta semana que la unión de la izquierda y los verdes superaría en tres puntos a la alianza de conservadores y liberales. Y también en este sondeo, la Izquierda vuelve a ganar un punto, frente a las pérdidas de socialdemócratas y conservadores.
Todos los analistas coinciden en que a la canciller Angela Merkel le esperan hasta el próximo otoño unos meses difíciles donde aflorará la creciente tensión dentro de la “gran coalición” de cristianodemócratas (CDU), socialcristianos (CSU) y socialdemócratas (SPD).
En medio de negociaciones a contrarreloj en Hesse donde todas las posibles alianzas de gobierno son posibles -CDU y SPD están empatados a 42 escaños-, de cara a las elecciones de Hamburgo del día 24 los dos grandes partidos sufren una “crisis de identidad” sazonada por el “salto” de La Izquierda, del incómodo Oskar Lafontaine, a sus dos primeros grandes Parlamentos regionales del oeste.
El alcalde hamburgués, Ole von Beust, desató la guerra de nervios en el campo conservador al firmar una carta en el semanario “Die Zeit” junto a otros 17 destacados dirigentes. En ella se distanciaban -sin citarle- de Koch y de su uso de la política de integración como arma electoral.
Aunque luego intentaron suavizar sus palabras, otros pesos pesados de la CDU y la CSU, como el ministro del Interior de Brandemburgo, Jörg Schönbohm, o el titular para Europa de Baviera, Markus Söder, pedían mantenerse “firmes” en la defensa de los valores tradicionales de los partidos “hermanos”: la economía, la nación, la integración y la lucha contra la criminalidad.
Y entre medias de los dos grupos, de un lado los que piden una reorientación más social y del otro los que exigen una mayor apuesta por los aspectos económicos, la canciller Merkel, que lucha por una CDU más social y un giro al centro al tiempo que trata de contener a los barones más criticos y conservadores. Koch entre ellos.
En el campo socialdemócrata, el 5,1% logrado en Hesse y el 7,1% en Baja Sajonia –donde la CDU repitió su cómoda mayoría- por La Izquierda ha profundizado la brecha de los que advierten de “un giro a la izquierda” y los que apuestan por un acercamiento a su antiguo ex presidente y breve ex ministro de Finanzas con Gerhard Schröder, Oskar Lafontaine.
Liderando el primer grupo, los ministros de Exteriores y Finanzas, Frank-Walter Steinmeier y Peer Steinbrück. Dentro del segundo, la “victoriosa” Andrea Ypsilanti, que ha reducido la mayoría absoluta de Koch a una diferencia de dos décimas, 3.595 votantes.
El candidato a canciller, Kurt Beck, ha optado por el pragmatismo y ya ha hablado de un “gobierno en minoría bajo tolerancia” de La Izquierda, pero ni hablar de una alianza de Gobierno. El socio de Lafontaine, Gregor Gysi, sólo ha advertido que no bailarán “al son de la pipa de Beck”. Merkel calentaba el ambiente días atrás en el diario “Frankfurter Allgemeine Zeitung” “recriminando” al SPD el empuje de Lafontaine y conminándole a “impedirlo”.
En esa misma entrevista Merkel lanzaba una andanada a sus socios de Berlín al afirmar que si la “gran coalición” duraba “demasiado tiempo” podría acabar siendo “problemática”.
Pese a que la opcion lógica es un pacto “SPD-Los Verdes-La Izquierda”, la CDU ha exigido ejercer su derecho a intentar formar gobierno, gracias a las dos décimas citadas, y sus mensajeros han acudido a todos los demás partidos, excepto al de Lafontaine.
Su primera opción, una alianza con los liberales del FDP, es insuficiente. La segunda, una “gran coalición” regional, es rechazada de plano por Ypsilanti hasta que Koch admita su derrota. Y un tercer socio “contranatura”, los ecologistas, es en principio impensable dada la escasa simpatía personal que se manifiestan Koch y el “verde” Tarek Al-Wazir.
Otra posibilidad en alza es la llamada “semáforo”, de socialdemócratas, liberales y “verdes”. Aunque el líder del FDP, Guido Westerwelle, se ganó un titular al afirmar que ellos eran “liberales, no idiotas”, algunos analistas alemanes ven algún tipo de acercamiento en las últimas declaraciones políticas.
La última encuesta de Forsa para “Stern” a novel federal aseguraba esta semana que la unión de la izquierda y los verdes superaría en tres puntos a la alianza de conservadores y liberales. Y también en este sondeo, la Izquierda vuelve a ganar un punto, frente a las pérdidas de socialdemócratas y conservadores.
Odiseo.
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