Thermen
Por un momento me siento como flotando en el cielo... ¡Ya!, ya sé que soy un conocido ateo no practicante allá en Ítaca, pero espero que hayas captado el espíritu que requiero para la lectura de esta entrada del blog, hipotético lector. Bien, como iba diciendo, por un momento me siento como en el cielo…, sumergido en una piscina de agua templada que recorre en dos canales una terraza de un piso, altísimo, encaramado a una Torre del corazón berlinés, con la iglesia hecha migas de la Kudamm a menos de 100 metros. ¿Ahora sí, entramos en ambiente? Como decía, flotando a la luz de la noche cual mi madre me aportó al planeta, la lluvia moja mi rostro y el de mi acompañante, mi insustituible y, a veces, difícil bávara, que su abuelo el Schutzstaffel de pueblo mantenga en la gloria terrenal. Y como el ambiente es el propicio, la cosa pasa a mayores, tal vez el hecho de que no haya casi nadie un martes a las 22.00 horas refuerza la coyuntura. Más tarde comprobaré que no soy nada original. Aviso para navegantes: atentos al ogro teutón con aspecto de cancerbero del Hades que pasea por la terraza cada ciertos minutos en busca de incautos a los que reprender con un ladrido berlinés. No fue el caso, aclaro, pero sí el testigo. Y ya en la piscina interior, todo un muestrario de hedonismo "take away" al irrisorio precio de 14 euros: suaves hamacas ideales para lanzarse allende algún rincón del sueño; cuatro saunas de cuento, cada cual con su toque diferenciador, con hierbas, menos calor, de madera de… ; un Hammam en el exterior al que vuestro desdichado héroe no tuvo tiempo de acceder, ¡agh!; unas pequeñas termas adosadas a la piscina con el líquido elemento a distintas temperaturas; y un restaurante de buen aspecto donde intuyo que será mejor hallar una buena ensalada antes de una sacrosanta salchicha al curry. Cuando abandono el lugar sólo he echado de menos un masaje en la espalda, la cruz de esta vuestro héroe de andadura. Por lo demás, un 10. Esta carcasa humana, al menos, volverá.
Odiseo.
Odiseo.