Monday, March 31, 2008

Marco Weiss


(De nuevo recurre el marinero Dieter Wettingen a esta Nada cibernética. En esta ocasión se recupera un texto de hace meses que quedó traspapelado en un mar de desinterés. La historia recupera actualidad ya que el personaje central, el adolescente alemán Marco Weiss, va a comenzar a ser estos días juzgado en Gran Bretaña. Por si le sirve a alguien.

Odiseo)


Marco Weiss, de 17 años, nunca dejará de lamentar esa noche de abril de 2007 en la que conoció a Charlotte M. en una discoteca-terraza de la localidad costera de Side, en la Anatolia turca, en plenas vacaciones de Pascua, y se gustaron.
Tres días después, el alemán, en compañía de otro amigo, era invitado por la británica y su hermana a subir a la habitación de su hotel. La cosa acabó en besos con sabor a mar y la brusca irrupción de la madre de la presunta adolescente, que montó un escándalo mayúsculo.
La embarazosa situación, que debía terminar en la consabida ensalada de gritos y lágrimas adobada de un buen recuerdo adolescente, acabó con Marco esposado en un coche patrulla de la policía turca y camino de una prisión, donde desde hace seis meses comparte celda, ducha y excusado con otros 25 presos, entre ellos violadores y asesinos confesos.
La acusación, implacable: abusos sexuales reiterados de una menor. Charlotte no tenía 15 años, como aseguró a Marco en el bar, sino 13. Y la madre de la preadolescente está dispuesta a llegar al final, pese a que durante meses el caso del joven alemán ha envenenado las relaciones entre Berlín y Ankara, ya de por sí tensas por el recelo de los conservadores de la “gran coalición” junto a los socialdemócratas a un posible ingreso de Turquía en la Unión Europea (UE).
El culebrón de Marco Weiss -un joven “normal de 17 años”, según sus vecinos-, que durante todo este tiempo ha regresado una y otra vez a las páginas de la prensa alemana con la imagen carcelaria arquetipo del joven, rapado al cero y serio, junto a fotos anteriores a su fatídica escapada con amigos a Turquía, parece tocar a su fin.
Los tres abogados alemanes del estudiante, procedentes como él de la localidad de Uelzen (estado de Baja Sajonia), han anunciado de manera efectista que abandonan su defensa dado que la liberación es inminente, según asegura esta semana uno de ellos, Jürgen Schmidt, al diario “Die Welt”. El caso habría quedado en manos de un letrado local.
Según los abogados, las acusaciones habrían quedado invalidadas ante las “mentiras” del representante legal de la familia de Charlotte, Ömer Aycan, quien ante los reiterados requerimientos del juez durante estos meses aseguró que la joven ya había prestado declaración el 28 de septiembre en su país de origen, confirmando asimismo los delitos que se le imputaban a Marco.
Sin embargo, Aycan presentó una documentación falsa y por ello los letrados consideran que el próximo juicio no llegará a celebrarse y que la excarcelación se producirá inmediatamente. “Deseamos a Marco y a su familia un rápido fin de esta pesadilla”, declaran los abogados. La Fiscalía turca solicitaba hasta ocho años de prisión para el alemán.
Desde el primer día Marco sostiene que Charlotte, su hermana, un amigo de ésta y él mismo subieron aquel día a la habitación y que fue la británica “quien me besó primero, pero no llegamos a tener relaciones sexuales”. Un examen ginecológico confirmó que la joven sigue siendo virgen, pero la madre se negó a retirar la acusación.
El Gobierno de Angela Merkel ha solicitado en varias ocasiones a Ankara que excarcele al menor, pero el Ejecutivo de Ankara, por boca de su ministro de Exteriores, Abdula Gul, ha respondido una y otra vez que no pueden ni quieren inmiscuirse en un proceso legal: “Se hará todo para que el joven tenga un proceso justo”.
La familia del estudiante detenido llegaron a denunciar el “mal estado físico y psicológico” de Marco en el interior de la prisión de Anatolia, pero el propio joven desmentía esas declaraciones asegurando a la prensa que “lo único difícil” es tener que compartir el baño y la ducha con tantos presos.
En este tiempo el caso de Marco Weiss ha desatado incluso la solidaridad ciudadana y un grupo de personas ha recaudado varios miles de euros para ayudar a la familia a pagar el coste de los abogados.
El pasado mes de agosto la agencia de noticias alemana Dpa distribuía una carta de Marco escrita a Charlotte y que se había hecho llegar al abogado defensor de la menor británica. En ella el alemán pedía a la joven que pidiera a su madre la retirada de las acusaciones.
“Querida Charlotte, no sé por qué me has llevado a esta situación. Me caes muy, muy bien y tenía autenticos sentimientos por ti y me gustaría mantener el contacto”, señala Marco en la misiva. Tras señalar que ella sabe lo que realmente pasó, le informa de que hecha de menos su vida normal, “y no entiendo qué he hecho mal. Yo no sabía que tenías 13 años”.
Pocos días después el abogado de Charlotte, Aycan, declaraba al diario berlinés “B. Z.” que “en ningún caso respondería a la carta y tachaba las letras de Marco de “impías”.

D. W.

Thursday, March 27, 2008

Agenda 2010; luces y sombras


Cada formación política tiene un día clave en su historia y ése será sin duda el 14 de marzo de 2003 para el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) del siglo XXI. Aquel día Gerhard Schröder, en el inicio de su segundo mandato, se dirigía al “Bundestag” para anunciar un antes y un después en los fastuosos gastos sociales del Estado. Nacía la controvertida Agenda 2010.
La profunda reforma socioeconómica, aplaudida por la oposición conservadora y los empresarios y más tarde aplicada a rajatabla por Angela Merkel en la actual “gran coalición”, fue calificada por algunos de giro neroliberal del SPD y abrió profundas heridas en el partido que aún hoy afloran. Algunos desencantados se marcharon con su ex presidente Oskar Lafontaine para acabar formando junto a los ex comunistas “Die Linke” (La Izquierda), una fuerza electoral creciente.
Pero en marzo de 2003 la situación parecía insostenible y para el Gobierno de socialdemócratas y ecologistas había llegado el momento de frenar, recortar y apelar “a la responsabilidad individual”, según las palabras de Schröder. El objetivo, reducir las amplias prestaciones del desempleo, menor tiempo en la percepción de subsidios, creación de empleos de baja remuneración y severa reforma del sistema sanitario para reducir costes y prestaciones.
Las cifras resultaban aplastantes: más de 4,5 millones de parados, un 3% de deuda pública y una economía renqueante tras la costosa Reunificación. El más doloroso de los puntos era el conocido como “Hartz IV”, la ambiciosa reforma laboral. El nombre le venía por Peter Hartz, el jefe de los asesores de Schröder en el proyecto, años después condenado por corrupción en el “caso Volkswagen”.
El último punto de la Agenda 2010 desató numerosas protestas a lo largo y ancho del país. Y dentro de él se encuentra el polémico apartado de los parados de larga duración, es decir de un año y medio o un año si se tienen más de 55 años. A partir de la entrada en vigor de “Hartz IV” a principios de 2005, se convertían en perceptores de asistencia social (345 euros al mes en el oeste y 331 en el este) con la obligación de aceptar prácticamente cualquier trabajo.
Cinco años después la Agenda 2010 y en particular “Hartz IV” tienen en la canciller Merkel una de sus máximas admiradoras y no ha tenido problemas en alabar públicamente a su antecesor. Las cifras macroeconómicas son espectaculares: una tasa de menos del 7,2% de paro (tres millones); un crecimiento de la “locomotora” europea al 2,5%; y con la inexistencia de déficit público por primera vez desde 1969.
Sin embargo la realidad social y política tiene otra lectura, además de la de los grandes “·patronos” de la industria anunciando beneficios millonarios mientras los sueldos de los empleados públicos están congelados desde hace años en aras de la Reunificación. La Agenda 2010 ha creado un auténtico ejército de trabajadores que sólo consiguen empleos poco remunerados o temporales con unos salarios que cada día tienen menos valor debido al encarecimiento de los productos. Sin hablar de los tres millones de personas que no trabajan, reciben ayuda del Estado y no cuentan en las filas del paro, y de los 150.000 empleados públicos –sector en huelga- que no llegan a fin de mes con su nómina, 33.000 de ellos maestros.
Ante ello no resulta extraño el ascenso por la izquierda del partido de Lafontaine. Y un SPD aún dividido por la herencia liberal de Schröder aún busca su camino. Su nuevo líder, Kurt Beck, decidió un polémico giro a la izquierda que llevó a dimitir al entonces ministro de Trabajo, Franz Müntefering, un hombre considerado el defensor de la “memoria” del anterior periodo “rojiverde”.
Y tras las difíciles elecciones de Hesse y la autorización de Beck a recibir el “apoyo pasivo” en los parlamentos regionales de La Izquierda, un “tabú” en Alemania, las críticas contra el líder socialdemócrata incluso desde “pesos pesados” de su partido han arreciado y lanzado al SPD en una caída libre en las encuestas, donde incluso podría llegar al 23% frente al invariable 38% de los conservadores de Merkel.
Odiseo.

Saturday, March 15, 2008

"Germania", la ciudad soñada por Hitler y Speer










En la penumbra solitaria de la exposición, 48 horas antes de su inauguración oficial, ante la maqueta de la ciudad imperial “Germania” que debía sustituir a Berlín hacia 1950 un observador podría imaginarse a aquel hombrecillo de peinado ridículo y bigote inconfundible contemplando con deleite a altas horas de la madrugada su sueño megalómano.
Acariciando a su inseparable perra “Blondi”, el pastor alemán que moriría en abril de 1945 unas horas antes que su amo con la ayuda de una pastilla de cianuro, Adolfo Hitler pasaba las horas muertas admirando en un espacioso sótano de la nueva Cancillería una maqueta de su soñada metrópolis, que habría de convertir París y Londres en una mera burla de sí mismas. “Berlín sólo se podrá comparar como capital mundial con Egipto, Babilonia o Roma”, advertía el líder alemán en 1942.
Corrían los primeros años cuarenta, la II Guerra Mundial aún era un desfile victorioso de la Alemania nazi y a veces junto a Hitler se puede ver a otro hombre de uniforme, el arquitecto Albert Speer. El realizador de los sueños urbanísticos del “Führer”, al menos sobre el papel. Y él es también el creador de la nueva sede del Gobierno, con un práctico y famoso balcón desde el que el gobernante podía recibir las ovaciones de sus seguidores.
La exposición “Mythos Germania. Sombras y rastros de la capital del Reich” no podría haber elegido mejor enclave en Berlín. Sobre los restos del búnker de Hitler, a diez pasos del Monumento al Holocausto y sus 2.711 bloques de piedra de hasta cinco metros de altura, y el Reichstag en el horizonte con su cúpula transparente firmada por sir Norman Foster.
En la imaginación del visitante ambos dirigentes alemanes se inclinarán sobre la proyectada ciudad de cartón y el arquitecto y ministro de Armamento explicará a su atento oyente los detalles del “Gran Pabellón”, una sala de actos “del pueblo” –para 180.000 personas- con una cúpula de 290 metros.
Una voluminosa reproducción aledaña del edificio, junto a enormes carteles en alemán e inglés, hacen parecer al Reichstag y la Puerta de Brandemburgo meros juguetes del primero. Su cúpula hubiera sido 16 veces más grande de la de San Pedro en Roma.
El materializador de la idea sería Speer, nombrado “Generalbauinspektor” (inspector general de construcción), pero la “llama” surgiría de unos dibujos del propio Hitler de los años 20, inspirados en el panteón de Agripa. Y “El Gran Pabellón” se convertiría en el extremo sur del nuevo corazón de “Germania”, un bulevar de cinco kilómetros. En el norte, un arco del Triunfo mastodóntico que podría haber incluido en su vano sin problemas de espacio al de París.
Speer, quien ya había colaborado en la construcción del muelle para los dirigibles “Zepellin” y participado en la “nazificación” arquitectónica del aeropuerto de Tempelhof, diseñó todo un entramado de edificios con indicaciones de Hitler. Entre ellos uno dedicado al “Duce” fascista italiano, Benito Mussolini. Todo ello debía convertir Berlín en la ciudad más fastuosa y moderna del planeta, con profusión ornamental de águilas imperiales y cañones.
Aunque pocos de los edificios se materializaron, hasta avanzado el curso de la guerra Hitler mantuvo su fijación en “Germania”. De hecho, el actual anillo norte-sur de ferrocarril urbano berlinés perteneció al proyecto. Y en los años 60 se descubrieron numerosas canalizaciones en el subsuelo de la ciudad destinadas a aquella megalópolis surgida de una pesadilla.
La frialdad de las cifras expuestas en Berlín apabullan: en el área donde se levantaría “Germania” debían derribarse miles de edificios, entre ellos unas 18.000 viviendas y un barrio habitado por unos 50.000 judíos. La mitad de ellos pereció en campos de concentración, la otra sobrevivió trabajando como esclavos en las fábricas ideadas por Speer. Y entre las “víctimas” de la reordenación urbana, una veintena de cementerios que debían ser trasladados.
En cualquier caso el destino de Berlín era quedar reducido a escombros, ya fuera por el pico de Speer-Hitler o por los durísimos bombardeos de la II Guerra Mundial. La llamada colina de “Teufelsberg”, uno de los puntos más altos de la capital (114,7 metros), se erigió a partir de los materiales de edificios destruidos por las bombas.
Los últimos años de conflicto la extraña “amistad” entablada por Hitler y Speer –“Si hubiera tenido un amigo, éste habría sido yo”, afirmó-, en la que algunos biógrafos han querido ver una homosexualidad latente, se deshace lentamente. El arquitecto y ministro, centrado en la industria armamentística, cae en una lucha de poder dentro de las filas y sufre un intento de asesinato con veneno, según denunciaría años después en sus conocidas memorias.
Speer será uno de los jerarcas nazis condenados en los juicios de Nüremberg, y su pena se verá reducida a 20 años al minimizar su responsabilidad, asegurar que desconocía el Holocausto y que incluso habría participado en un intento para matar a Hitler. Saldrá en 1960 y logrará cierto renombre con sus libros, entre ellos “Dentro del Tercer Reich”, “Recuerdos” y “Diario de Spandau”.


Odiseo.

Tuesday, March 04, 2008

Bach al descubierto


De él Beethoven sentenció: “Nicht Bach, sonders Meer sollte er heissen” (no debería llamarse arroyo, sino mar), en un espléndido juego de palabras en alemán. Y casi 260 después de la muerte del genio musical irrepetible del barroco el mundo lo sabía prácticamente todo de él: su apabullante y casi inabarcable obra, sus problemas para llegar a fin de mes como director musical de la iglesia de Santo Tomás en Leipzig, su religiosidad profunda y que procreó 19 hijos, algunos músicos como él, pero en ligas inferiores.
Y aunque nunca un ser humano vivo habrá escuchado al maestro Johann Sebastian Bach al teclado, habilidad que le valió el sobrenombre en su época de “príncipe del órgano”, a partir de ahora el autor de las Variaciones Goldberg y las Suites para violonchelo -inmortalizadas en el siglo XX por el pianista Glenn Gould y Pau Casals- mostrará su cara real. Tal y como supuestamente era el día de su muerte, el 28 de julio de 1750.
En un proceso digital similar al utilizado para desvelar los rostros del faraón Tutankamon y de san Nicolás, hace tres años la antropóloga escocesa Caroline Wilkinson recibió el encargo del Museo Bach de Eisenach –su lugar de nacimiento en 1685- de desvelar la faz del compositor. Para su trabajo la científica contaría con una reproducción en bronce de su cráneo y de la única imagen de las existentes a la que se le concedía una mínima verosimilitud. Y todo ello porque la leyenda dice que llegó a posar para ese retrato pintado por Elias Gottlob Haußmann en 1746, cuatro años antes de su muerte.
El molde del cráneo, por su parte, se logró en 1894 con motivo de un traslado de los restos. Y en ese final del siglo XIX ya un científico, Wilhelm His, y un pintor, Carl Ludwig Seffner, trataron a partir de él de reconstruir la faz de Bach. Su resultado se observa en la estatua de Bach (1908) que preside la entrada a la iglesia de santo Tomás en Leipzig.
Nada que ver con la tecnología digital y los conocimientos de anatomía del siglo XXI. La cabeza del compositor mostrada a la prensa en Eisenach nos revela a un orondo anciano aún con pelo y de rostro mofletudo. Su media sonrisa contrasta con la severidad que se le presuponía y ante su ancha frente a cualquier mortal se le vendrán a la cabeza las notas de sus Conciertos de Brandemburgo, o tal vez de su “Clave bien temperado” o la inevitable Misa en Sí menor.
Para su presentación oficial, a la “cabeza” de Bach se la vistió a ratos con una peluca blanca de las usadas en esa época del siglo XVIII, realizada en pelo de caballo por un especialista artesano de la ciudad de Múnich. Debajo del apéndice el cabello del alemán estaba cortado prácticamente al uno. Y según su autora, el resultado es en un 70% similar al real. “Una reconstrucción al 100% es imposible”, estimaba.
El destino final del busto de 40 centímetros del compositor será su Casa Museo de Eisenach, dentro de una exposición titulada “Bach en el espejo de la medicina”. Su director lamentaba en Berlín que nunca se podrá saber el color de pelo o de los ojos de Johann Sebastian. “Parece que tenía los ojos de un color azul acero pero no podemos saberlos exactamente ya que en algunos de sus retratos aparecen de color marrón”, aseguraba Jörg Hansen. Este experimento científico coincide con otra investigación sobre el maestro en Alemania. Un grupo de analistas tratan de averiguar qué parte exacta de la Misa en Sí menor compuso su hijo Carl Philipp Emmanuel, quien acabó la obra tras la muerte de su padre. Gracias al manuscrito original de la partitura, se está estudiando la grafía y la tinta utilizadas.
Odiseo.

Liechtenstein


En el número 12 de la calle Herrengasse de Vaduz hay que mirar dos veces para convencerse de que se trata de la sede de LGT, el mayor banco del Principado de Liechtenstein. La misma entidad propiedad de la Casa Real que solo en los primeros seis meses de 2007 ganó 125 millones de dólares (más de 96 millones de euros). Un pequeño anagrama en la fachada puede pasar fácilmente desapercibido. Otro mayor que cuelga en el extremo sur queda semioculto por el edificio colindante.
Y después de la discreción del banco, sólo rota por la presencia de dos guardias que no dan tiempo a los despistados equipos de TV a montar sus cámaras con amenazas de “llamar a la policía”, lo segundo que llama la atención en una soleada mañana de 13 grados es que las aceras de la arteria de Vaduz permanecen prácticamente desérticas. Y si uno permanece 20 minutos mirando fijamente a la puerta de LGT, sólo verá entrar y salir a una decena de personas. Y por supuesto, ninguna de ellas porta maletín.
“Llevo muchos años frente a ese edificio y no recuerdo haber visto “”maletines””, es un tópico”, asegura Antonio con una sonrisa pícara bajo su resistente melena y bigote recuerdo de los años 80. Este italiano hace un café de fábula y lleva viviendo 40 años apenas a unos kilómetros, al otro lado del río Rin, en Suiza. Y sí, claro que sabe que Liechtenstein y en concreto ese banco son la estrella de los informativos de medio mundo y que muchos gobiernos se frotan las manos con los datos de evasores de impuestos caídos del cielo. Por cortesía del Gobierno alemán, cuyo servicio secreto ha pagado cinco millones de euros a un confidente y los ofrece gratis a los países amigos, según la prensa. Entre ellos España.
Antonio tiene todos los días ante sus ojos “durante horas” la fachada del LGT tras las vidrieras de su pizzería. “Hasta una sucursal de pueblo en Suiza tiene más movimiento”, asegura. A sus mesas altas se sientan cada día muchos encorbatados empleados de LGT para degustar su comida. “hasta el director viene y se come una pizza”, y eso no pasaría en Italia o España”, añade el dueño del restaurante. Los pocos comensales que las ocupan a esta hora no quieren hablar del tema, igual que casi la mayoría de los ciudadanos consultados por Odiseo durante una jornada. “El bolsillo es el bolsillo y si éste está bien, poco importa”, remata quejándose del fluido tráfico que atraviesa durante el día la calle principal de Vaduz y sus tres glorietas. Ésta adopta hasta cinco nombres en cada tramo.
Toda una colección de amables “No”, desde el propio LGT hasta un gerente de hotel o una dependienta de la Städtle, la vía comercial y peatonal de esta ciudad de 6.000 habitantes. Apenas un kilómetro de tiendas de lujo y artesanía nacional junto a las baratijas habituales para turistas. Un millar de metros salpicado de estatuas de importantes artistas, entre ellos una “gorda” reposando del colombiano Fernando Botero, que un jueves a las 12.30 carece prácticamente de tránsito.
Y el Gobierno promete “mejorar”, en el asunto de las fundaciones y está más que harto de ser el centro del interés planetario. El ministro de Justicia, Klaus Tschütscher, lo transmitía el jueves en una rueda de prensa convocada para hablar de un plan energético local, con mensaje en DVD del mismísimo Arnold Schwarzeneger, a la sazón gobernados de California, para felicitar a los ciudadanos por el asunto. Con una inusual presencia de la prensa internacional, incluido este periodista de Ítaca, el miembro del Gobierno se mostró molesto porque las preguntas sólo versaban de su demanda judicial enviada a Alemania para averiguar en qué circunstancias se adquirieron los datos.
Desde la Städtle el visitante toma conciencia de que está en el mítico valle del Rin, rodeado de los imponentes Alpes nevados. En un “paraíso fiscal” con 35.000 habitantes y entre 45.000 y 55.000 fundaciones, unas 600 de carácter público –cifras del Gobierno de Vaduz-, y con una de las leyes más abiertas a la hora de crear cualquier organización social. Claro que los expertos suizos las calculan en unas 75.000-80.000. Y entre todas reunirían entre 125.000 y 190.000 millones de euros.
Amparados por el secreto bancario, estas fundaciones se pueden organizar a partir de 30.000 francos suizos (18.600 euros) y muchas tienen su sede de un apartado de correos de este estado enclavado entre Suiza y Austria de 160,4 kilómetro cuadrados, fuera de la Unión Europea (UE) y de sus normas. Tradicionalmente, el posible defraudador sólo necesitaba un asesor legal y un notario en el Principado. A partir de ahí, todo “un ejército de representantes de comercio muy especiales”, en palabras del fisco alemán, que transportarían maletas de dinero desde muchos puntos hasta la vecina Suiza. Y desde allí, por transferencia a Liechtenstein. Sin rastro. Schengen mediante.
Este sistema “tradicional” se mantiene a pequeña escala, y no es difícil vislumbrar empresarios extranjeros de “sport” entre quienes cenan en los hoteles junto a encorbatados hombres con aire de abogados y ellos, sí, con maletín. Pero la llegada revolucionaria de internet ha facilitado el fraude. Un fideicomiso u “hombre de paja” se encargará de mandar muchas pequeñas cantidades de dinero al Principado para no hacer sonar las alarmas. Y aquí cotizará con el 0,1 para cantidades inferiores a dos millones de francos suizos –ambos estados comparten la moneda- , del 0,075% hasta 10 millones y del 0,05 en caso de cantidades superiores.
Y al inicio del caos, el príncipe regente Alois de Lichtenstein acusaba a Alemania “agresión” por hacerse con un listado logrado mediante un delito de un supuesto ex empleado. “No es tanto un problema nuestro, sino suyo. Creo que por allí pagan hasta el 35%”, asegura un anciano apresurado en la Städtle.
Y sobre la ciudad, en la montaña, el palacio de los Lichtenstein. La familia real con intereses en la banca, la agricultura y la industria, que representa un 40% de la riqueza del estado, frente al 30% del sector financiero. El jefe del Estado goza de la potestad de derribar un gobierno, disolver el Parlamento, convocar elecciones, vetar leyes y nombrar jueces. Todo ello gracias, según las malas lenguas, a la reforma de la Constitución de 2003, donde amenazaron con marcharse con su dinero fuera del país si no se aprobaban esas prebendas. Y todo ello en el corazón de la UE, o “el único país de Europa que ha votado para regresar a la Edad Media”, según lo denunció la oposición.

Odiseo.