Marco Weiss
(De nuevo recurre el marinero Dieter Wettingen a esta Nada cibernética. En esta ocasión se recupera un texto de hace meses que quedó traspapelado en un mar de desinterés. La historia recupera actualidad ya que el personaje central, el adolescente alemán Marco Weiss, va a comenzar a ser estos días juzgado en Gran Bretaña. Por si le sirve a alguien.
Odiseo)
Marco Weiss, de 17 años, nunca dejará de lamentar esa noche de abril de 2007 en la que conoció a Charlotte M. en una discoteca-terraza de la localidad costera de Side, en la Anatolia turca, en plenas vacaciones de Pascua, y se gustaron.
Tres días después, el alemán, en compañía de otro amigo, era invitado por la británica y su hermana a subir a la habitación de su hotel. La cosa acabó en besos con sabor a mar y la brusca irrupción de la madre de la presunta adolescente, que montó un escándalo mayúsculo.
La embarazosa situación, que debía terminar en la consabida ensalada de gritos y lágrimas adobada de un buen recuerdo adolescente, acabó con Marco esposado en un coche patrulla de la policía turca y camino de una prisión, donde desde hace seis meses comparte celda, ducha y excusado con otros 25 presos, entre ellos violadores y asesinos confesos.
La acusación, implacable: abusos sexuales reiterados de una menor. Charlotte no tenía 15 años, como aseguró a Marco en el bar, sino 13. Y la madre de la preadolescente está dispuesta a llegar al final, pese a que durante meses el caso del joven alemán ha envenenado las relaciones entre Berlín y Ankara, ya de por sí tensas por el recelo de los conservadores de la “gran coalición” junto a los socialdemócratas a un posible ingreso de Turquía en la Unión Europea (UE).
El culebrón de Marco Weiss -un joven “normal de 17 años”, según sus vecinos-, que durante todo este tiempo ha regresado una y otra vez a las páginas de la prensa alemana con la imagen carcelaria arquetipo del joven, rapado al cero y serio, junto a fotos anteriores a su fatídica escapada con amigos a Turquía, parece tocar a su fin.
Los tres abogados alemanes del estudiante, procedentes como él de la localidad de Uelzen (estado de Baja Sajonia), han anunciado de manera efectista que abandonan su defensa dado que la liberación es inminente, según asegura esta semana uno de ellos, Jürgen Schmidt, al diario “Die Welt”. El caso habría quedado en manos de un letrado local.
Según los abogados, las acusaciones habrían quedado invalidadas ante las “mentiras” del representante legal de la familia de Charlotte, Ömer Aycan, quien ante los reiterados requerimientos del juez durante estos meses aseguró que la joven ya había prestado declaración el 28 de septiembre en su país de origen, confirmando asimismo los delitos que se le imputaban a Marco.
Sin embargo, Aycan presentó una documentación falsa y por ello los letrados consideran que el próximo juicio no llegará a celebrarse y que la excarcelación se producirá inmediatamente. “Deseamos a Marco y a su familia un rápido fin de esta pesadilla”, declaran los abogados. La Fiscalía turca solicitaba hasta ocho años de prisión para el alemán.
Desde el primer día Marco sostiene que Charlotte, su hermana, un amigo de ésta y él mismo subieron aquel día a la habitación y que fue la británica “quien me besó primero, pero no llegamos a tener relaciones sexuales”. Un examen ginecológico confirmó que la joven sigue siendo virgen, pero la madre se negó a retirar la acusación.
El Gobierno de Angela Merkel ha solicitado en varias ocasiones a Ankara que excarcele al menor, pero el Ejecutivo de Ankara, por boca de su ministro de Exteriores, Abdula Gul, ha respondido una y otra vez que no pueden ni quieren inmiscuirse en un proceso legal: “Se hará todo para que el joven tenga un proceso justo”.
La familia del estudiante detenido llegaron a denunciar el “mal estado físico y psicológico” de Marco en el interior de la prisión de Anatolia, pero el propio joven desmentía esas declaraciones asegurando a la prensa que “lo único difícil” es tener que compartir el baño y la ducha con tantos presos.
En este tiempo el caso de Marco Weiss ha desatado incluso la solidaridad ciudadana y un grupo de personas ha recaudado varios miles de euros para ayudar a la familia a pagar el coste de los abogados.
El pasado mes de agosto la agencia de noticias alemana Dpa distribuía una carta de Marco escrita a Charlotte y que se había hecho llegar al abogado defensor de la menor británica. En ella el alemán pedía a la joven que pidiera a su madre la retirada de las acusaciones.
“Querida Charlotte, no sé por qué me has llevado a esta situación. Me caes muy, muy bien y tenía autenticos sentimientos por ti y me gustaría mantener el contacto”, señala Marco en la misiva. Tras señalar que ella sabe lo que realmente pasó, le informa de que hecha de menos su vida normal, “y no entiendo qué he hecho mal. Yo no sabía que tenías 13 años”.
Pocos días después el abogado de Charlotte, Aycan, declaraba al diario berlinés “B. Z.” que “en ningún caso respondería a la carta y tachaba las letras de Marco de “impías”.
Tres días después, el alemán, en compañía de otro amigo, era invitado por la británica y su hermana a subir a la habitación de su hotel. La cosa acabó en besos con sabor a mar y la brusca irrupción de la madre de la presunta adolescente, que montó un escándalo mayúsculo.
La embarazosa situación, que debía terminar en la consabida ensalada de gritos y lágrimas adobada de un buen recuerdo adolescente, acabó con Marco esposado en un coche patrulla de la policía turca y camino de una prisión, donde desde hace seis meses comparte celda, ducha y excusado con otros 25 presos, entre ellos violadores y asesinos confesos.
La acusación, implacable: abusos sexuales reiterados de una menor. Charlotte no tenía 15 años, como aseguró a Marco en el bar, sino 13. Y la madre de la preadolescente está dispuesta a llegar al final, pese a que durante meses el caso del joven alemán ha envenenado las relaciones entre Berlín y Ankara, ya de por sí tensas por el recelo de los conservadores de la “gran coalición” junto a los socialdemócratas a un posible ingreso de Turquía en la Unión Europea (UE).
El culebrón de Marco Weiss -un joven “normal de 17 años”, según sus vecinos-, que durante todo este tiempo ha regresado una y otra vez a las páginas de la prensa alemana con la imagen carcelaria arquetipo del joven, rapado al cero y serio, junto a fotos anteriores a su fatídica escapada con amigos a Turquía, parece tocar a su fin.
Los tres abogados alemanes del estudiante, procedentes como él de la localidad de Uelzen (estado de Baja Sajonia), han anunciado de manera efectista que abandonan su defensa dado que la liberación es inminente, según asegura esta semana uno de ellos, Jürgen Schmidt, al diario “Die Welt”. El caso habría quedado en manos de un letrado local.
Según los abogados, las acusaciones habrían quedado invalidadas ante las “mentiras” del representante legal de la familia de Charlotte, Ömer Aycan, quien ante los reiterados requerimientos del juez durante estos meses aseguró que la joven ya había prestado declaración el 28 de septiembre en su país de origen, confirmando asimismo los delitos que se le imputaban a Marco.
Sin embargo, Aycan presentó una documentación falsa y por ello los letrados consideran que el próximo juicio no llegará a celebrarse y que la excarcelación se producirá inmediatamente. “Deseamos a Marco y a su familia un rápido fin de esta pesadilla”, declaran los abogados. La Fiscalía turca solicitaba hasta ocho años de prisión para el alemán.
Desde el primer día Marco sostiene que Charlotte, su hermana, un amigo de ésta y él mismo subieron aquel día a la habitación y que fue la británica “quien me besó primero, pero no llegamos a tener relaciones sexuales”. Un examen ginecológico confirmó que la joven sigue siendo virgen, pero la madre se negó a retirar la acusación.
El Gobierno de Angela Merkel ha solicitado en varias ocasiones a Ankara que excarcele al menor, pero el Ejecutivo de Ankara, por boca de su ministro de Exteriores, Abdula Gul, ha respondido una y otra vez que no pueden ni quieren inmiscuirse en un proceso legal: “Se hará todo para que el joven tenga un proceso justo”.
La familia del estudiante detenido llegaron a denunciar el “mal estado físico y psicológico” de Marco en el interior de la prisión de Anatolia, pero el propio joven desmentía esas declaraciones asegurando a la prensa que “lo único difícil” es tener que compartir el baño y la ducha con tantos presos.
En este tiempo el caso de Marco Weiss ha desatado incluso la solidaridad ciudadana y un grupo de personas ha recaudado varios miles de euros para ayudar a la familia a pagar el coste de los abogados.
El pasado mes de agosto la agencia de noticias alemana Dpa distribuía una carta de Marco escrita a Charlotte y que se había hecho llegar al abogado defensor de la menor británica. En ella el alemán pedía a la joven que pidiera a su madre la retirada de las acusaciones.
“Querida Charlotte, no sé por qué me has llevado a esta situación. Me caes muy, muy bien y tenía autenticos sentimientos por ti y me gustaría mantener el contacto”, señala Marco en la misiva. Tras señalar que ella sabe lo que realmente pasó, le informa de que hecha de menos su vida normal, “y no entiendo qué he hecho mal. Yo no sabía que tenías 13 años”.
Pocos días después el abogado de Charlotte, Aycan, declaraba al diario berlinés “B. Z.” que “en ningún caso respondería a la carta y tachaba las letras de Marco de “impías”.
D. W.