Tuesday, June 24, 2008

La bella y la bestia del ring


(Nota: de nuevo el marinero Dieter Wettingen requiere a Odiseo espacio y éste se lo concede encantado. Aviso para navegantes, esta pieza de Christine Theiss no fue publicada donde debía porque alguien tremendamente eficaz no encontró foto. Y eso que la aludida es bicampeona del mundo de Kickboxing, única profesional en Alemania, médico y modelo en sus ratos libres. Y como no hay foto, el ínclito Odiseo cuelga dos).

"En la teoría y en la práctica, la alemana Christine Theiss podría partirle la cabeza casi a cualquier hombre o mujer que se le pusiera delante. Más tarde, la bicampeona del mundo de Kickboxing femenino descolgaría de la pared su flamante diploma de médico y curaría profesionalmente al infeliz. Es más, en caso de que el paciente vapuleado fuera un varón heterosexual, incluso le podría quitar el hipo prestándole durante la convalecencia alguna revista de moda donde ella aparece luciendo una colección de bañadores junto a una idílica piscina.
El pasado 31 de mayo esta mujer de 28 años, 1,75 de altura y por debajo de los 60 kilos renovaba su título planetario ante la griega Maria Konstanelou. “Como esperaba, el combate fue más duro de lo esperado. No podía estar ni un segundo desconcentrada ya que mi rival aprovechaba cada error para golpearme duro con su derecha”, narra en su página web. Finalmente, tras 10 “rounds”, ganaba 3-0 y mantenía en su poder el “cinturón de oro”.
Para uno de sus entrenadores, Pavlica Steko, “Chrissi” es “brutalmente ambiciosa y activa”. Ella misma, la única mujer profesional alemana en esta especialidad de lucha, no lo niega y por ello admite que busca ser conocida dentro y fuera de los cuadriláteros, lo que significa no sólo dinero para seguir luchando, sino también “seguridad”.
En el último año y tras ganar su primer campeonato en 2007 ante la galesa Rachel Kirkhouse, Theiss se ha convertido en un rostro habitual de la televisión alemana. El título mundial y un extenso reportaje fotográfico luciendo escuetos biquinis en la edición estadounidense de la revista masculina “Maxim” le abrieron las puertas de la fama.
Esta suerte de “la bella y la bestia” que afirma que “en el ring no hay conversaciones posibles” ha paseado su espectacular palmito por programas de gran audiencia como “TV Total” (Pro 7), dirigido por Stefan Raab, donde fue capaz de quitarse de la cabeza una manzana con el pie. Todo ello sin que cayera al suelo. Igualmente, con Günther Jauchs en “Stern TV” se convirtió en directo en una especie de vendedora de los productos de su espónsor, un fabricante de medias y accesorios.
Aunque nació en 1980 en Greiz (Turingia), Theiss por dentro se siente bávara ya que con tres años sus padres se mudaron a las verdes colinas de Bayreuth, sede del Festival de Ópera Wagner. Quizás por ello el compositor alemán sonaba habitualmente en casa de su padre, el médico Wolfgang Hennig, y un grupo de rock duro local, “Cornamusa” le ha escrito su propio himno inspirado en “La Cabalgata de las Valkirias” que se puede escuchar al entrar en la página que le dedican sus “fans”.
Exactamente con siete años empezó a practicar el Kickboxing junto a su hermano Ludwig y actualmente entrena dos veces al día, seis veces a la semana. Durante los combates, “mientras la adrenalina está en mi sangre todo me es igual y apenas noto los golpes”, afirma. “Es a la mañana siguiente cuando siento los impactos. Me ducho, me miro en el espejo y me maquillo. ¡Fin!”, añade.
Antes de acabar sus estudios de Medicina en 2007 ya se había proclamado dos años antes campeona del mundo amateur de la especialidad. Sin embargo, pese a que ser “doctora” le divierte, asegura que hasta que termine su carrera como profesional del Kickboxing mantendrá esa faceta “congelada”. De hecho para encontrar su última derrota hay que remontarse a hace tres años, cuando acabó con la nariz rota.
Casada con un médico y “compartiendo” su vida con dos conejos enanos, “Vroni” y “Fridolin”, Christine Theiss admite que no tiene mucho tiempo para “hobbies”. Pese a ello toca el piano cuando tiene tiempo y, según ella, no lo hace mal".
Dieter Wettingen.

Sunday, June 08, 2008

"Sonora", historia de un saxofón



De blog en blog y tiro porque me toca, vuestro fatigado Odiseo regresa a éste su viejo espacio privado para narrar una de esas casualidades que suelen provocar a unos una sonrisa y otros indicaciones de un cierto destino preescrito. Témome del primer grupo. Nuestra entrada de hoy, querido e insustituible lector inexistente, va de Música y de cierto instrumento. Y mientras pongo proa a cierta isla del Mare Nostrum a alventar mis neuronas voy a confesarte que este marinero siempre ha sentido una frustración de las gordas: tocar bien un instrumento de música. Piezas de Bach (¡olé Pau Casals!) y Pink Floyd me hacen flotar en el mismo espacio en el que charla Miles Davis o se rompe John Coltrane y los Rolling Stones pasaban por ahí. Hola Joaquín Sabina, pongamos que hablo de Leonard Cohen; saludos Herr Beethoven, qué buenas sus jodidas sonatas tocadas por maese Glenn Gould. Como oyente creo haber alcanzado grandes cotas de placer con todos ellos, pero jamás nadie me enseñó a leer un pentagrama. ¿Cómo? Ahora me entero de que cada alemán lo aprende en el colegio al tiempo que sumar, juraría que en Ítaca alguien debería decir algo. Bien, ofrecidos unos trazos de mi fracasada relación con la Música como ejecutante, aclararé que se afirma que vine a este planeta con cierto buen oído y a día de hoy aún soy capaz de tocar algo coherente en una flauta y una guitarra, gracias a aquel profesor (“Don” José, si no me falla la memoria, un abrazo Maestro si sigue usted entre nosotros) al que formar una especie de rondalla de inútiles con aras de credibilidad fue uno de sus logros junto a unas clases de ¿Física? hoy diluidas con el tiempo. Para quien haya llegado hasta aquí diré sin bostezar diré por fin que de lo que quería realmente hablar es de un saxofón alto. Se llama “Sonora” y lo fabricó un tal Gebruder Monnig – OskarAdler&amp Co. en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA), al otro lado del Telón de Acero. Evidentemente voló con el Muro, no pudo competir con los productos mucho más baratos de Occidente. Cuenta Frau Schick que tienen buena fama de efectivos y que siguen siendo baratos. Éste que tratamos hoy en concreto se cruzó conmigo una temporada de mierda en lo personal y de oscuridad total en lo personal. Después de tres horas encerrado en el idioma de Goethe caminaba quien suscribe por el centro de Madrid y vio uno en un escaparate en oferta. Con las neuronas en aviso de naufragio había decidido que era hora de intentarlo, y que en el peor de los casos quedaría bien en medio de mis cachivaches habituales. Subí, lo pedí ver y el propio vendedor me hizo un examen. Primerizo, ni puta idea…, y me trajo “otro” más barato, “estupendo para empezar”. Nos enamoramos y desde entonces no nos hemos separado. Lo intenté, una y otra vez, semestre sí, semestre no. Y ahora precisamente, entre entrada y entrada al Cuaderno de Bitácora, lo he conseguido hacer sonar, que parece que es lo más jodido, doy fe. La curiosidad, apreciado oxígeno que me envuelve, es que me ha seguido también a tierras del Este en mi viaje sin pausa. Y mira por donde ha vuelto a “casa”, ya que ambos nos hospedamos en el antiguo Este de Berlín, a tiro de piedra de lo que queda del Muro. Y empieza a sonar con dignidad, allá la canción de Casablanca, aquí un Himno de Riego con todo respeto y ahí un intento de Coltrane de una melodía que me ha venido a mi cabeza de trapo y no la localizo. En fin, que siga la Música aunque cualquier novedad brille desde hace años por su ausencia. Lo comercial lo ha digerido todo. En fin, algo llegará en algún momento, Insha´la.
Odiseo.