Wednesday, May 02, 2007

Schlange stehen

Quien suscribe ha viajado un poco, lo que le ha pedido el cuerpo y le han permitido los dineros y los tiempos. Y desde la noche de esos tiempos uno de mis objetos de estudio más ocultos y estúpidos han sido las colas, el comportamiento de los seres humanos cuando han de esperar para recibir o adquirir algo y hay más seres igual de humanos esperando en fila por delante de ellos. Sí, traslúcido lector/a, cada uno tiene sus manías hueras, y hay que cargar con ellas. Por eso, el otro día mientras navegaba casi se me escapa un grito de sorpresa y una carcajada al leer un teletipo de la agencia EFE de Ítaca. En él, se hablaba de que el NCR (lo siento, no explica qué es pero debe ser algo muy serio) ha gastado una burrada de miles de euros (la consiguiente burrada en millones de las antiguas pesetas, para que nuestros cerebros lo asimilen mejor) para conocer en una encuesta “El impacto de la frustración al hacer cola en la conducta de los consumidores españoles y europeos”. La monda, no puedo decir más. Uno ha visto colas en los países del Este cuando aún andaba echada la cortina de hierro. Qué educada paciencia la de aquellos muchachos. Las ha analizado en la Nicaragua que acababa de salir del Sandinismo. Allí recuerdo a un nica, en una carretera perdida de una isla del Lago de Managua, que me resumió el comunismo práctico: “Ahora hay muchas pastillas de jabón de marcas diferentes y no las podemos comprar. Antes había sólo una marca, la misma para todos, pero nos lavábamos sin arruinarnos”. Y también he visto colas en la Cuba de Castro, donde a la mínima se te menta a lo más sagrado, llámese Dios, la Madre o la Revolución. Y por supuesto que las he vivido en gran parte de Europa, al menos de la que habla el sondeo. “Los españoles (80%) son más impacientes y gastan más tiempo que la media europea haciendo cola (…), siendo de los que mas abandonan el establecimiento con las manos vacías”, asegura. Pero los franceses alcanzan un 82%, y los alemanes, un 76%. Sorprende, por cierto, que sólo el 22% de los españoles muestre ganas de hacerse con un Kalashnikov y liarse a tiros con todo bicho viviente, o en su versión más moderada, sufra “síntomas de rabia o ganas de empujar, discutir con alguien o maldecir”. La media europea es del 45%, nada más y nada menos. Por desgracia, somos los más memos a la hora de ligar en las colas (31%), mientras que en Italia (81%) nos dan sopas con onda. Lo que te puedo asegurar, mi venerado e invisible lector, es que aquí en Alemania, donde la lógica teutona impondría rigurosas y respetuosas colas, el ansia de colarse es asombrosa. En cuanto te despistas se te han colado discretamente un par de ellos y la dependienta le está atendiendo ante tu estupor y tu cabreo XXL. Es matemático. En Ítaca te puedo asegurar que eso no pasa, siempre habrá dos comadres o “copadres” que esperan su turno y que empiecen a poner a parir al “colón” en voz alta en una “casual” conversación entre ellas. El malandrín estárá “marcado” e desactivado.
Odiseo.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home