Saturday, April 21, 2007

Der Kaffe kann erwarten


Hoy Odiseo, cual ONG en rebajas, presta su espacio gratuitamente a un viejo amigo, remero de estribor, que luchó codo a codo conmigo en el cerco de Troya, e incluso recibió alguna saeta dirigida a mi persona.
O.

Der Kaffe kann erwarten

"Abre los ojos y su vida regresa al cerebro como si no se hubiese marchado de vacaciones las últimas siete u ocho horas. El familiar olor que se le instala en las pituitarias antes incluso de poner en marcha los ojos le hace sonreír intensamente y se siente bien abrazado a otro cuerpo humano, inexplicable, flotando en medio de una apaciguadora nube de cabellos rubios. Por un momento piensa en levantarse a tomar un café, pero opta por aprovechar la coyuntura, pongamos por caso que el río Spree pasa por Berlín igual que el Manzanares por Madrid, y se acerca un poco más, besándole con suavidad los hombros desnudos y llenándose con el aroma concentrado bajo las sábanas. Sabe perfectamente que a ella le incomoda la idea de dormir abrazada a alguien. Y hasta hace unos meses él era miembro de ese club, pero nunca es tarde para cambiar de opinión en asuntos de tamaña índole, se dice. ¿Qué es lo que convierte este caso en “rara avis”? Un leve gemido a escasos centímetros y un tenue estremecimiento le provocan un ataque masivo de ternura que intenta no racionalizar. No hace ni medio año, ese mismo caudal de “ternura” que hoy observamos pedía a alguien con quien acababa de hacer el amor que durmiera en otra cama. No podía ni soportar la idea, la misma idea que un par de años antes le despertó un buen día con una sonrisa de oreja a oreja. Y por qué ahora se siente de nuevo como un adolescente, buscando su largo cuerpo por las esquinas como si fuera Ítaca y él un Ulises sumergido en alguna Odisea. A veces sólo sus ojos, y al encontrarse con ellos el bienestar no ceja. ¿La conoce? Podría jurar que sí, y cruzar medio país sólo para sentirla cerca un rato, nada más. Pero a veces duda, porque dudar de todo debería ser un vicio tan humano como errar. Lo contrario, de borregos. La idea del café vuelve a surcar sus neuronas, pero elige acercar los labios a su espalda y recibir el calor que desprende. Es entonces cuando la ve a lo lejos en su memoria, el encuentro en una esquina o un andén del metro, y se declara vencido ante su dulce sonrisa y su siempre feliz saludo, desde el minuto uno, desarbolante. Así la primera vez como la última. Estaría por asegurar que se enamoró de ella sin haberla visto jamás, pero suena ridículo incluso en estos tiempos cibertecnológicos hilvanados por esa nueva religión atea y pragmática, Internet. Y en apenas unos meses se ha convertido en alguien que siempre estuvo ahí, aunque entienda un 60 o 70% de lo que habla, cada vez más. Y la ama en cada uno de sus 178 centímetros, aunque deba rescatar ese delicado verbo de las mazmorras más profundas del tiempo. Ummh!, piensa de nuevo, un café negro con una nube de leche y dos de azúcar. Pero en ese preciso instante ella rezonga desde este lado de la frontera del sueño un “buenos días” inteligible, da igual en qué idioma. La respuesta desborda cariño, y nuestro héroe enrosca sus piernas con las de ella. Decididamente, resuelve, todo tiene fecha de caducidad y el café puede esperar".
D. W.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home